jueves, 4 de marzo de 2010

Elecciones.

Con el mismo morbo con el que alguna vez encendí la televisión para divertirme con las circunstancias creadas sobre las que eran orientados los sentimientos y deseos de un puñado de infelices, fue con el que asistí a una reunión política a tres cuadras de mi casa.

La invitación era a las 7:00 pm, mi asistencia fue puntual para disfrutar, de principio a fin, lo que yo vaticinaba como un reality.

El presentador, deben imaginarse mi desilusión, sabe percibir lo obvio, los participantes estaban ya marinados con expectativas particulares: algún empleo, alguna universidad, algún negocio que el candidato todavía no sabe. Los deseos de esos infelices eran tan latentes, individuales y desesperados que ya eran presa fácil del escenario político.

Es sobre esa somnolencia que la asistencia cobra importancia:
- Muchas gracias por venir, dense un fuerte aplauso. Este es el tarjetón que ustedes van a recibir, marquen con una X la C y luego el número 95, sí, porque recuerden que es este el candidato que nosotros estamos apoyando.

¿Alguien que me diga lo que debemos marcar?…
¿Alguien que me diga lo que debemos marcar?…
¿Alguien que me diga lo que debemos marcar?…

En esta ocasión no son los mensajes de texto, pero el negocio debe de estar por alguna otra parte; es en esa asistencia, que se confunde con la participación, donde los colombianos eligen cantantes y políticos que, finalizado el reality, no se vuelven a ver.

No les miento si les digo que esta fue la temática propuesta de la reunión durante una hora, donde eso de la somnolencia hace las veces de hipnosis, y la estupidez inducida por repetición cobra importancia.

De golpe los minutos me transcurren como en los entierros, lentos, fríos y confundidos. Cómo juzgar a los que participan de estos realitys; cuando se es infeliz qué más da aferrarse a esas ilusiones en tiempo de elecciones. Ya no veo una masa burda que sólo se llevará de aquí un refrigerio, comprendo que se llevan más que eso. El escenario se me torna propicio para ridiculizar al presentador con sus candidatos y todo, pero que difícil es ser inapropiado sobre lo inapropiado, y en muchas partes me ocurre esto de ser el más infeliz.

CAMILO SALAZAR. (LETRAS PENDIENTES)

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