miércoles, 24 de junio de 2009

Escritura en rama: Centro Geriatrico Atardecer.

Este cuento fue escrito por la Nación Atún. “Impecable e impublicable”, este es el resultado de lo que hacen como 5 cerebros de atún.

– Tampoco alcanzaste a llegar ayer, sinvergüenza –le dije casi como un consuelo.

– No era el día, flaco, me imagino.

– ¿Y hoy? ¿Tampoco es el día?

– No parece serlo.

Pueden descargarlo en un pispás tan sólo con seguir este enlace, hagan click en:

http://rapidshare.com/files/248343961/Naci_n_At_n.pdf

jueves, 18 de junio de 2009

Carta camisa

Hice, para la mujer que quiero, una carta. La mejor carta que nunca nadie haya escrito, en la cual estaban expresados todos y cada uno mis sentimientos.

Ardua tarea exprimirse el corazón y redactar lo que quede con buena ortografía y una letra no muy abigarrada. Aquella mujer no me quería, por eso no le entregué mi texto al terminarlo; esperaba que el dolor de su indiferencia me fuera sufrible. Así, puse la carta en el bolsillo izquierdo de mi camisa azul.

Mi madre, sin ver, sin fijarse, ciega y loca, lavó sin darme cuenta la camisa que guardaba la carta escrita en purísimo Kimberly. Mis sentimientos se mecieron con el viento del patio, los secó el sol de diciembre y como debe suponerse, gracias a la acción de mi madre, el agua, el jabón, el calor, el aire y mi desgano, terminaron convertidos en una masa que cubrió el cielo-camisa de nubes chiquitas, jirones de expectativa y de tristeza. Mi mamá –otra vez mi mamá– aplanchó la camisa llena de babas de papel y la colgó en mi closet.

Hoy, tiempo perfecto para entregar mi carta, me doy cuenta que mis sentimientos están lavados y estregados y aplanchados, como si ya no existieran. Y ahí, en el closet, la camisa azul enarbolando una promesa empantanada.

ESTEBAN GIRALDO.

miércoles, 3 de junio de 2009

Conjetura simple: Henry Miller.

“¿Y acaso no es por mis delitos por lo que me siento tan unido a mi prójimo? Siempre, cuando veo un brillo de aceptación en los ojos de la otra persona, advierto ese vinculo secreto. A los únicos que no les brillan nunca los ojos es a los justos. Son los justos los que nunca han conocido el secreto de la confraternidad humana."

Henry Miller, trópico de capricornio.


No es nueva esta idea, aunque me sigue cautivando y me place hallarla en otras voces. Doy por supuesto que, en lo que se me antoja llamar “la humanidad más pura”, hay imborrables tintes pecaminosos, delictivos e inmorales (nadie se ha de extrañar). Luego, paralelo a esta idea que aunque consabida produce escozor, existe un sentimiento de complicidad, una sonrisa involuntaria y humana que le corresponde y que se escapa burlona entre las rendijas de lo socialmente aceptado y lo inevitablemente autocensurable. Llámese humor negro, apología al delito, pecado por pensamiento… u omisión, pero es de humanos llamarlo humanidad (sinceridad difícilmente humana), y quien así lo comprende conoce fácilmente la confraternidad.


CAMILO GIRALDO.