Los Colores de la Montaña
Carlos César Arbeláez, 2011
Esta historia no es sobre la amistad de tres niños. No es sobre un balón en un potrero minado. No trata de la muerte de un padre ni de la frustración de una profesora tan ingenua como bien intencionada. Por supuesto, todo eso está en la película, pero esta historia trata esencialmente de la debilidad, la injusta debilidad de lo humano ante la violencia. De la ceguera insufrible de la guerra.
Lejos del panfleto, se ancla en el destino de un muchacho de 9 años que aparentemente ajeno padece los rigores del conflicto colombiano. Manuel es su nombre, y suya es la perspectiva de la narración y del director. Desgarradoramente encantador –sí, lo digo así, sin pudor-, él sufrirá la caída del mundo, de-su-mundo, y tendrá el suficiente corazón para no negarnos la generosidad de una esperanza infantil, vital. Julián y Genaro “Poca Luz” lo acompañan, hasta donde les es posible, en su trayectoria de niños, construyendo una relación francamente entrañable. Sus familiares, sus vecinos y su profesora –muertos, desplazados– son un contrapunto determinante. Por ellos, quienes sufren la violencia física de los victimarios, entenderemos la vulnerabilidad de lo humano, la imposibilidad del heroísmo.
Nada de esto sería posible sin la discreción y la sensibilidad de un guionista y director que, aunque primerizo, ha demostrado solvencia ante una historia que exige respeto con sus personajes y con el público. Con Los colores de la montaña –me parece, y más allá de los premios–, ha nacido un director de verdad.
A algunos les parecerá artificiosa, manipuladora, trillada, y comenzarán a citar referentes, vacíos en el guión, defectos en las actuaciones, diálogos forzados, y parecerán complacidos por su buen gusto. Renegarán del tema y del drama –colombianísimos–. Ay, y tendrán parte de razón, pero se habrán perdido la profundidad de la primera película de Carlos César Arbeláez. Una película imperfecta –como todas– pero necesaria y bella –como muy pocas–.
ÓSCAR LACLAU
Una vez escuche a un amigo decir que al cine se debe sin esperanzas, tal vez como a una primera cita... Fui a ver esta película sin esperanzas y salí con un sentimiento de alegría que me lleno de las mismas.
ResponderBorrarFlaco, deberías haber visto a Emmanuel viendo esta película. Literalmente, hizo parte de ella.
ResponderBorrarEspero verla pronto.
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