Decía el cáustico Gide que las traducciones son como las
mujeres: si son bonitas no son fieles y si son fieles no son bonitas. Sobran
ejemplos para concederle toda la razón a esta boutade (¿cómo traducir bella y
fielmente boutade?), aunque también tenemos todo el derecho a desconfiar de lo
que Gide opine en materia de mujeres.
Lejos de este inquietante problema, el de la improbable
afinidad entre belleza y fidelidad, Umberto Eco utilizó una expresión no menos
ingeniosa para explicar el arte de traducir: se trata, según él, de “decir casi
lo mismo”. En el adverbio está la verdad de la frase. El "casi" asume
sin complejos la pérdida inevitable de un juego: el de poner un texto frente a
un espejo que le devuelve una imagen imprecisa.
La traducción es un ejemplo, el mejor, de que casi sí vale.
PABLO CUARTAS.
IMAGEN: FERNANDO VICENTE.
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