miércoles, 26 de septiembre de 2012

Todas las palabras llegan a la tumba



Las palabras nos llevan por muchos caminos. La señal que apunta a la entrada de todos ellos ha cumplido su función desde tiempos inmemoriales, y ellos mismos han sido tan diversos como lápidas hayan sido construidas. Los hemos visto colmados de días soleados, verdes campos o amables animales; como también de oscuras noches, miradas siniestras y temperaturas escalofriantes. Felizmente, el hombre no es feliz en lo estático del lenguaje sino en su movimiento.  El negro puede ser divino y el blanco desesperanzador, cuando la conformidad del gris resulta nauseabunda. Cada término[1] encierra un número de aliados predeterminados pero mantiene las puertas abiertas a una relación. Relación que no tiene que existir sino que le basta con ser imaginada.

Término… terminales nerviosas veo a la entrada. En los parajes de este sendero se dibujan infinitas posibilidades y hacia ellas me (¿?) deslizo eléctricamente. Creo que soy pensado por la inercia de la espontaneidad, cuyo viaje sólo encuentra intimidades desconocidas. De ellas podemos decir que nunca han hablado pero actúan con el más estruendoso histrionismo. Además, su indefinición no se debe a otro chiste fonemático sino a su naturaleza rebelde. ¿Conócete a ti mismo? Este es el verdadero chiste. Como si la Luz del camino Apolíneo no solo fuera la Verdadera sino que todos sus lugares fueran los más seguros y ciertos. Se puede adivinar el comienzo de la respuesta: Yo… ¿Cuántas personas han dicho “Yo” y han tenido la razón en ello?

Todos en la búsqueda de escuchar esa palabra que traiga noticias de lo desconocido; ese término con el que se pueda definir la llegada, la victoria sobre el terreno enemigo. Pero la palabra que llena la boca del victorioso lo momifica y lo deja a merced del abatimiento de Cronos; dejando una vez más claro que el grito de la victoria ha sido pronunciado ya como grito de guerra. La fluidez del viaje que trata de llegar a la fortaleza se perturba; la corriente se hace extremadamente viscosa, pegajosa. La energía se acaba en un discurso embalsamado, consistente en su exterior, sin vísceras al interior. Ése eres Yo.

¿Acaso éste puede esperar mejor futuro que aquel que ya se le ha dado? Se seguirán grabando piedras con el estilo más pretendidamente original, para que el mismo zombie levante su mano a través de la tierra y crea diferenciarse. La uniformidad del suelo es la llegada de la totalidad de los caminos. Todos entregados al brillo de una palabra y dominados por la ignorancia y su padecer, desembocan a la entrada del cementerio. Yo-camino-allí.

JUAN MANUEL GIRALDO


[1] (Del lat. termĭnus). m. Elemento con el que se establece una relación. m. Fil. Aquello dentro de lo cual se contiene enteramente algo, de modo que nada de ello se halle fuera.

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