La filosofía como es conocida; abarcada en los estantes olvidados de las bibliotecas; o relevada por los libros que fueron películas hechas en base a otros libros; o por libros sobre vidas que parecen películas, no puede acabarse jamás. Ella es el organismo vivo que se adapta a los cambios de la humanidad pero sigue manteniendo un núcleo esencial: la dialéctica eterna, la controversia infinita y todas las palabras que contengan la raíz “contra”. La filosofía, “madre de la ciencia”, es una vieja terca de trapero en mano que se niega a abandonar una discusión por el solo hecho de obtener la última palabra. Sí, la filosofía es como tu tía solterona, o como la señora que no se ha bajado la moña y el ciclista a las siete pm.
Si la filosofía, por alguna razón inesperada y encontrada al azar, empieza a dejar cosas en claro, a dejar aserciones, a proponer positivamente; ella dejará el trapero y se sentará frente al microscopio, para convertirse en aquella señora madurada viche que es la ciencia. Se revolcaran los santos filósofos canónicos… bla bla bla pero como les dice un demonio “la crueldad es una manera para crear memoria en el hombre”. Y cómo no se revolcarán si las damas más “respetables” muchas veces son las más perecosas.
JUAN MANUEL GIRALDO.
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